La escritura nació con la necesidad de transmitir a otras personas información relevante sobre un tema que tenía trascendencia generalizada. Debemos destacar que la escritura dio un salto a la forma de comunicación, ya que a pesar de existir la comunicación oral, no era suficiente para conservar información que por su complejidad no podía ser recordada con exactitud.

En ese momento histórico, el intercambio de bienes se amplió tanto que, para poder controlarlos, fue necesaria la invención de un sistema de símbolos que les ayudara a recordar lo que habían intercambiado, incluso qué producto guardaban en su saco o bolsa. caja y la cantidad allí depositada; No basta recordar que fue gracias a este hecho histórico que nació uno de los oficios más importantes para la humanidad: los escribanos. Los escribanos eran personas que conocían todo tipo de fonemas y símbolos, quienes se encargaban esencialmente de plasmar en tablillas de arcilla (porque no había lápiz ni papel) el intercambio de productos entre comerciantes.

Por otro lado, gracias a los símbolos que se encuentran en las cuevas, tablillas de barro, barro, incluso rocas; Podemos conocer un poco más de nuestra historia y nuestra evolución. Derivado de esto, la escritura no siempre fue “perfecta” incluso, tuvieron que pasar siglos para formar un verdadero sistema de escritura que cumpliera con su principal finalidad que es la comunicación, es por ello que también existen diferentes letras y pictogramas, incluso Jeroglíficos que ayudan comunicarnos de una manera más asertiva.

Hoy en día, la escritura, como hábito, está siendo abandonada por adolescentes y adultos jóvenes, esto, por la influencia de las redes sociales, la poca o mucha atención que los padres o docentes ponen en incentivar a sus hijos a hacerlo, o por la tiempo se utiliza para otro tipo de actividades que resultan más “fructíferas” según muchos modelos implantados por los medios de comunicación. Debemos ser conscientes que la escritura no se da por sí sola, siempre hay un motivador (interno o externo) que nos anima a emprender algo, en este caso empezar a escribir, incluso un factor determinante para escribir por lo que es un buen hábito la lectura.

Las cifras estadísticas muestran que México ocupa los últimos lugares en el mundo en número de libros leídos al año, pero mantengo mi hipótesis de que es por falta de hábitos, que empiezan desde casa. No podemos pasar por alto los programas a nivel del Distrito Federal, ahora Ciudad de México, que se han implementado en la educación básica, específicamente en la educación primaria y secundaria, en los que los niños y jóvenes son los encargados de escribir un cuento para compilar con los estudiantes. libros escritos por sus compañeros de otras escuelas, esto con base en la “Ley de Fomento a la Lectura y el Libro del Distrito Federal”.

Sabemos que escribir no es fácil, tenemos que visualizar al menos un objetivo. La elección del tema no lo es todo; porque un tema puede tener muchas aristas o subtemas que nos pueden desviar de nuestro objetivo principal, por lo tanto enfocar nuestro tema es una de las partes más importantes para empezar a escribir. Por otro lado, la elección automática de palabras puede convertirse en un problema a la hora de escribir porque la mayoría de las veces tratamos de escribir, de la misma forma que hablamos, olvidando por completo que no es la transcripción automática de ideas, pues a la hora de escritura debemos hacer precisiones lógicas teniendo especial cuidado con la ortografía y el sonido [1]; para eso nos valemos de los signos de puntuación y el uso de palabras adecuadas para transmitir a nuestro lector la idea de nuestro escrito.

Esto nos lleva al tema de los sinónimos, bien sabemos que hay verbos que, específicamente, en español, son muy utilizados, como ‘’tener’, ‘tener’, ‘hacer’; que se utilizan en la escritura y la expresión oral sin necesidad latente de cambiarlos por otros menos utilizados, con una carga igualmente significativa. ¿Por qué pasó esto? Porque al usarlos automáticamente en nuestro lenguaje cotidiano, nos quedamos con la inercia de usarlos cuando escribimos. La importancia del uso de sinónimos radica en el punto de no repetición, cuando el autor se vuelve sistemático, insistente o soso en el uso de palabras y conexión de ideas, el lector decide dejar de leer. Me parece que a todos nos ha pasado en alguna ocasión que la lectura se nos vuelve poco interesante, incluso aburrida y tediosa. Es fácil entender este resultado, a nadie le gustaría leer algo con tantas ideas repetidas, palabras iguales o poca fluidez.

El término paleografía proviene de paleos (antiguo) y ortografía (escritura). El primero en utilizar el término paleografía fue el benedictino Bernard de Montfaucon en su Paleographia graeca (1708).

Una definición tradicional de Paleografía la describe como el tratado de escrituras antiguas dibujadas sobre soportes materiales blandos (papel, papiro, pergamino) en contraposición a la epigrafía que estudia las escrituras dibujadas sobre materiales de escritura duros (mármol, bronce, etc.).

La paleografía se entiende actualmente en un sentido más amplio como (Sánchez Prieto, 2010) «la ciencia historiográfica que tiene por objeto el estudio de la escritura en general, y en especial la evolución en el tiempo de las formas gráficas y su modo de ejecución, así como todos aquellos factores de de cualquier tipo (tecnológica, económica, social, cultural, política, estética, etc.) que las condicionan».

El paleógrafo es la persona que se dedica a la paleografía o que tiene un dominio especial del lenguaje de los textos, estilos, abreviaturas, anagramas, ligogramas, etc., todos ellos, conocimientos necesarios para descifrar el texto antiguo, datarlo y asignarle un lugar de origen.

El manual comienza con una introducción a la materia: concepto de Paleografía, objeto, límites y división de la Paleografía diplomática española. A continuación, el autor repasa la evolución histórica de la escritura en España durante los siglos XII al XVII y realiza un estudio analítico de la escritura española de ese período: los diferentes tipos de escritura utilizados en cada época, alfabetos, sistemas de abreviaturas, signos y ortografía.

Finalmente, incluye una colección de facsímiles de documentos de los siglos XII al XVII, para practicar los conceptos teóricos aprendidos. Los ejercicios de lectura paleográfica propuestos presentan primero la versión escrita actual de los documentos que luego se reproducen en facsímil. El método propone no alterar el orden de los ejercicios para que, al mismo tiempo que se adquiere la práctica necesaria para la lectura, se observen las transformaciones que sucesivamente fue experimentando la escritura.

Nota del editor: esta edición es una reproducción del libro original publicado antes de 1923.

Existen herramientas, programas y aplicaciones que facilitan el estudio de la paleografía online. Por ejemplo, esta interesante selección de cursos para aprender paleografía elemental en Internet elaborado por Leonor Zozaya y que puedes ver en este artículo “Cursos de paleografía online: Herencia, limitaciones, logros y propuesta”. Si está interesado en Paleografía, este es un excelente recurso.